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Universidad Pública

  • Marie
  • 29 sept 2024
  • 1 Min. de lectura

Actualizado: 16 ago

Columna de opinión


Egresé como Profesora en Jardín de Infantes en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional del Comahue, claustro que promovió una educación no solo de excelencia sino de vanguardia, que amplió mis formas de ver, leer y accionar en el mundo.


No fue fácil culminar esa formación y estudios en el año 1989, justo cuando retornaban las políticas neoliberales que eran la continuación de las impulsadas años antes, en cada golpe militar. Ese año también hubo que alzar la voz ante procesos de recorte. La historia vuelve a repetirse.


Este pretendido veto a la Ley de Financiamiento educativo impide la Justicia social al devastar la Educación, en este caso la Superior, lo cual no es casual dada su relevancia y contribución de valor político y cultural para la construcción de una sociedad democrática y su carácter emancipador para alcanzar proyectos colectivos e individuales éticos, justos y solidarios.


No caemos en la Educación Pública, la elegimos. Ella nos enseña sueños colectivos y nos transforma a la vez que cambia el mundo.


Como dijera Eduardo Galeano: no es caridad, ¡es derecho!


Un gobierno que desmonta la Educación Universitaria Pública no lo hace nunca por su valor en dinero, sino por su impronta para modificar el destino de los pueblos.

                                                        

                                                                Marie

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